La semana pasada me recordaron el
momento justo en que tome la decisión de vincularme al periodismo deportivo,
fue exactamente hace cuatro años y algunos días que me invitaron a colaborar en
un medio para cubrir a la ahora desparecida franquicia de San Luis de primera
división del futbol mexicano, yo solo era una señora de 32 años,
licenciada en comercio internacional, recién separada, con la responsabilidad
de la administración general de la empresa familiar y tres hijos a mi cargo.
Era una fan, una más de miles de
aficionados, una que opinaba a diestra y siniestra en redes sociales sobre
futbol y otros deportes, sobre todo del San Luis; sabía lo normal que todo
seguidor tenía que saber sobre el equipo y cuando la oportunidad de ser yo
quien informará sobre este, me comprometí conmigo misma hacer dos cosas, la
primera, dar lo mejor de mí a medida de mis posibilidades y conocimientos del
periodismo y segunda entregar información cien por ciento verdadera.
Poco a poco mis contenidos fueron
creciendo, las circunstancias del equipo ayudaron a que mi material llegará a líderes de opinión deportiva y conforme pasaba el tiempo era
consultada por distintos medios nacionales sobre lo que sucedía en San Luis Potosí, sin buscarlo comencé abrirme paso y sin ninguna
necesidad entré en el “medio”, sin paga alguna, error mio en trabajar así, lo se.
Debo confesar que no fue fácil, mi
redacción en un inicio era terrible (aún no mejora), mis conocimientos acerca
del mundo deportivo no eran suficientes, me tuve que tragar críticas poco
constructivas respecto a mi trabajo, deje de preocuparme por los rumores y
chismes, sigo en la lucha constante de no tomar en serio aquellos malos comentarios que hacen
sobre mi persona y también a no regodearme ante las felicitaciones.
He tenido oportunidad de cubrir
pequeños, medianos y grandes eventos deportivos, y a través de estos cuatro
años me di la tarea de ser lo más profesional posible para que quienes se
referían a mi como “pseudoperiodista” se comieran sus palabras en un pan,
si, suena fuerte, lo sé, pero uno no es de palo.
Probablemente no he sido
tan profesional como me hubiera gustado ser, la verdad es que no soy periodista, pero diariamente trabajo para seguir
mejorando; en muy poco tiempo he disfrutado de escribir, hacer radio, aparecer
en televisión, ser corresponsal de medios nacionales e internacionales y de
comentar los partidos del equipo de mis amores, junto con amigos, creé una empresa enfoca da a la
comunicación deportiva en la que trabaja un gran equipo conformado por 40
profesionales generando información en todo México diariamente.
He conocido grandes personalidades del deporte, incluso algunos de mis ídolos, a los que vi
de cerca con un ansia tremenda de tomarme una foto con ellos o de pedirles un
autógrafo, como cuando compartí elevador con Emilio Butrageño o como cuando
entrevisté a la gran Mia Hamm; sin que nadie me dijera, yo sabía que me tenía
que aguantar.
El trabajo del periodista deportivo
no es fácil, menos para aquellos de corazón de pollo como una servidora, es un
medio complicado dónde no solamente necesitas ser muy bueno para salir adelante
y sobresalir, sino que también necesitas relacionarte con las personas
adecuadas, realizar una investigación requiere de muchos recursos y obtener una
exclusiva es agotador y no siempre te la van a reconocer, cuando la logras y se
cumple la realidad es que sientes una gran y enorme satisfacción; no todo ha sido
miel sobre hojuelas, así como he conocido personas maravillosas las cuáles hoy
se han convertido en mis amigos y amigas de vida, también he conocido la otra
cara de la moneda, mi mamá se ríe cuando le digo que nunca había conocido gente
tan mala leche , ambiciosa y sin calidad moral hasta que empecé a trabajar en
esto, en mi “pequeño” mundo de mamá y ama de casa nunca me había tocado estar rodeada de personas así, gente sin escrúpulos, ambiciosa e irrespetuosa.
Al
inicio de este andar uno de mis primeros grandes amigos en este medio,
corresponsal en Guadalajara para Medio Tiempo me recomendó una lectura, me dijo
que me serviría para entender como trabajar en este gran círculo de egos y
lograr realizar un buen periodismo; hace poco menos de un mes volví a tomar mi
ejemplar de “Los cínicos no sirven para este oficio”, en estos días en que he
observado mis últimos cuatro años de vida solo me queda por resumir… que los
cínicos son los que más sirven en este oficio.
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