lunes, 18 de abril de 2016

Oficio: no cínica.


La semana pasada me recordaron el momento justo en que tome la decisión de vincularme al periodismo deportivo, fue exactamente hace cuatro años y algunos días que me invitaron a colaborar en un medio para cubrir a la ahora desparecida franquicia de San Luis de primera división del futbol mexicano, yo solo era una señora de 32 años, licenciada en comercio internacional, recién separada, con la responsabilidad de la administración general de la empresa familiar y tres hijos a mi cargo.
Era una fan, una más de miles de aficionados, una que opinaba a diestra y siniestra en redes sociales sobre futbol y otros deportes, sobre todo del San Luis; sabía lo normal que todo seguidor tenía que saber sobre el equipo y cuando la oportunidad de ser yo quien informará sobre este, me comprometí conmigo misma hacer dos cosas, la primera, dar lo mejor de mí a medida de mis posibilidades y conocimientos del periodismo y segunda entregar información cien por ciento verdadera.
Poco a poco mis contenidos fueron creciendo, las circunstancias del equipo ayudaron a que mi material llegará a líderes de opinión deportiva  y conforme pasaba el tiempo era consultada por distintos medios nacionales sobre lo que sucedía en San Luis Potosí, sin buscarlo comencé abrirme paso y sin ninguna necesidad entré en el “medio”, sin paga alguna, error mio en trabajar así, lo se. 
Debo confesar que no fue fácil, mi redacción en un inicio era terrible (aún no mejora), mis conocimientos acerca del mundo deportivo no eran suficientes, me tuve que tragar críticas poco constructivas respecto a mi trabajo, deje de preocuparme por los rumores y chismes, sigo en la lucha constante de no tomar en serio aquellos malos comentarios que hacen sobre mi persona y también a no regodearme ante las felicitaciones.
He tenido oportunidad de cubrir pequeños, medianos y grandes eventos deportivos, y a través de estos cuatro años me di  la tarea de ser lo más profesional posible para que quienes se referían a mi como “pseudoperiodista”  se comieran sus palabras en un pan, si, suena fuerte, lo sé, pero uno no es de palo.
Probablemente no he sido tan profesional como me hubiera gustado ser, la verdad es que no soy periodista, pero diariamente trabajo para seguir mejorando; en muy poco tiempo he disfrutado de escribir, hacer radio, aparecer en televisión, ser corresponsal de medios nacionales e internacionales y de comentar los partidos del equipo de mis amores,  junto con amigos,  creé  una empresa enfoca da a la comunicación deportiva en la que trabaja un gran equipo conformado por 40 profesionales generando información en todo México diariamente.
He conocido grandes personalidades del deporte, incluso algunos de mis ídolos, a los que vi de cerca con un ansia tremenda de tomarme una foto con ellos o de pedirles un autógrafo, como cuando compartí elevador con Emilio Butrageño o como cuando entrevisté a la gran Mia Hamm; sin que nadie me dijera, yo sabía que me tenía que aguantar.
El trabajo del periodista deportivo no es fácil, menos para aquellos de corazón de pollo como una servidora, es un medio complicado dónde no solamente necesitas ser muy bueno para salir adelante y sobresalir, sino que también necesitas relacionarte con las personas adecuadas, realizar una investigación requiere de muchos recursos y obtener una exclusiva es agotador y no siempre te la van a reconocer, cuando la logras y se cumple la realidad es que sientes una gran y enorme satisfacción; no todo ha sido miel sobre hojuelas, así como he conocido personas maravillosas las cuáles hoy se han convertido en mis amigos y amigas de vida, también he conocido la otra cara de la moneda, mi mamá se ríe cuando le digo que nunca había conocido gente tan mala leche , ambiciosa y sin calidad moral hasta que empecé a trabajar en esto, en mi “pequeño” mundo de mamá y ama de casa nunca me había tocado estar rodeada de personas así, gente sin escrúpulos, ambiciosa e irrespetuosa.
Al inicio de este andar uno de mis primeros grandes amigos en este medio, corresponsal en Guadalajara para Medio Tiempo me recomendó una lectura, me dijo que me serviría para entender como trabajar en este gran círculo de egos y lograr realizar un buen periodismo; hace poco menos de un mes volví a tomar mi ejemplar de “Los cínicos no sirven para este oficio”, en estos días en que he observado mis últimos cuatro años de vida solo me queda por resumir… que los cínicos son los que más sirven en este oficio.

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